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David Guzmán Storey, ex alumno: el cine documental desde la mirada periodística

17 de Junio 2021

El director periodístico de la productora chilena Glaciar Films y periodista egresado de nuestra Escuela, David Guzmán, ha desarrollado su carrera profesional en el mundo audiovisual y en la creación de documentales.

A principios del año 2020, estrenaron en televisión abierta una serie de 6 capítulos denominada Tráfico Ilícito, donde abordaban diferentes aspectos en relación con el robo de bienes culturales chilenos al extranjero, rodaje que los llevó a desarrollar en la actualidad un proyecto vinculado a la cultura Chinchorro.

De la mano de esta iniciativa, han surgido nuevos planes y desafíos para su trabajo en medio de un escenario pandémico e incierto. En la siguiente entrevista junto con David, surgen reflexiones acerca del papel periodístico dentro de esta rama cinematográfica y cómo se ha desenvuelto su trabajo en el último tiempo.

Trabajo periodístico en el cine documental

¿Cómo nace tu motivación de trabajar en el mundo audiovisual y en documentales?

No fue un motivo por el que entre a estudiar Periodismo, lo que yo más quería hacer era escribir. Luego, estudiando la carrera hubo dos áreas que me llamaron mucho la atención: el periodismo musical, porque siempre he sido muy melómano, muy fanático de la música, y también seguía a grandes escritores que se habían dedicado a esto desde los años 60’. Y la otra corriente que me gustaba, era el documental. Empecé a cachar que había muchos documentales de temas que me interesaban, de bandas musicales que me gustaban, y así fue como entré a esta área inicialmente.

Vi un documental sobre Daniel Johnston, un cantautor y artista norteamericano, que me voló la cabeza y ahí empecé a ver más documentales. Entendí que la forma que tenían de abordar la música los directores y guionistas era ir más allá de los datos duros y la biografía, integraban muchas otras dimensiones que no necesariamente eran musicales, tenían mucho que ver con la sociología, la antropología y las artes visuales. Eso me atrajo mucho, como ir un poco más allá del periodismo convencional, del reporteo, de las noticias, y entender que, en una hora en un formato audiovisual, tú puedes concretar una investigación muy extensa y eso te da ciertas libertades.

¿Cómo la labor periodística toma forma en el mundo de la producción de documentales?

Mira hay que partir de la base de que los periodistas en el género documental, por lo menos desde mi experiencia en las ciudades que he trabajado, son muy pocos. Eso creo que sucede porque la mayoría de los documentales son muy autorales, muy subjetivos, y casi siempre se basan en la idea que tiene el director.

Pero hay otros documentales -bueno hay miles de géneros dentro del documental- que son de investigación, y ahí la inspiración no es tan autoral desde el punto de vista de la temática, el contenido pasa a ser más compartido y ahí necesitas un equipo que sea integral. Aquí es donde el periodista es una figura que brinda muchos beneficios porque puede ser quien encabece la investigación de una serie o de un unitario, y tampoco implica que te vas a dedicar solamente a detallar las temáticas previo al rodaje, si tú eres la persona que hizo la investigación, es por ende quien mejor domina los contenidos, entonces por eso mismo es la persona idónea para hacer las entrevistas durante el rodaje.

Después de ese proceso, pasa que hiciste 15 entrevistas y son 150 horas de material para un capítulo de 50 minutos, eso también es un “caos” que soluciona el periodista porque, como te comentaba, es quien mejor domina las temáticas y también a veces acompaña a escribir el guión, entonces sabe muy bien qué es lo que se tiene que decir, cómo y a quiénes. Y en conjunto con el guionista y el director, pueden diseñar el rompecabezas y dilucidar cómo darle dramatismo, qué cuotas de información ir entregando gradualmente en la pieza audiovisual. El periodista pasa a ser tan importante como lo puede ser el director, el guionista, el montajista, la sonidista, etc.

Actuales desafíos: pandemia y nuevos proyectos

¿Cuáles han sido los principales desafíos de trabajar desde la producción audiovisual en plena pandemia?

Indudablemente fue complejo, como lo fue para la mayoría de la gente. La productora tiene un modelo en el que trabaja con proyectos que son ideas propias y que intentamos financiarlos con fondos concursables para poder realizarlos y, a la vez, tenemos trabajos, generalmente corporativos, con instituciones, marcas o empresas, que de repente necesitan hacer videos. Esa es una pega que también nos permite tener más ingresos, para poder en paralelo, desarrollar estos proyectos que son nuestros. Fue exigente no tanto por la demanda del trabajo, sino porque teníamos que estar constantemente rediseñando el cronograma.

Creo que, dentro de todo lo oscuro que se veía el panorama, tuvimos suerte, porque justo antes de la pandemia habíamos logrado abrochar una coproducción para hacer una serie de arquitectura a nivel internacional. Por lo que aprovechamos de desarrollar un poco de investigación, de tener reuniones por video llamada con arquitectos en los Países Bajos, Francia, África, Perú, también conocer un poco más los proyectos que nosotros teníamos pensados en ir a grabar con ellos, y eso fue algo que nos mantuvo relativamente ocupados en pandemia y, además, afortunadamente también siguieron saliendo algunos trabajos corporativos, pero igual fue insuficiente.

Dentro de este mismo contexto, ¿en qué otras cosas han estado trabajando este último tiempo?

Otro proyecto que tenemos es sobre la cultura Chinchorro. Para la serie Tráfico Ilícito hicimos un capítulo que habla sobre las Momias Chinchorro, donde había un caso en el que se habían excavado unos ejemplares de estas momias y fueron traficadas hasta Suiza y, después de años, volvieron al museo de San Miguel de Azapa en Arica.

Contamos este caso en la serie, nos adentramos más en la temática, y nos dimos cuenta de que las momias Chinchorro en su mayoría son conocidas desde la arqueología. Lo que hacen los científicos que están en Arica, Vivien Standen y Bernardo Riaza, es abordarlas desde la antropología, y eso implica que investigas cómo eran estas personas cuando estaban vivas. Es un mundo fascinante, pensamos que todo eso era demasiado increíble y conmovedor por lo que siempre sentimos que teníamos que hacer algo más que ese capítulo que estaba enfocado en la parte criminal, entonces comenzamos a crear un proyecto transmedia y pensamos ¿Cómo lo hacemos para que la gente conozca a los Chinchorros como personas vivas? ¿Cómo los traemos a la vida?

Entonces diseñamos un proyecto que se trata de una experiencia en realidad virtual que funciona como una instalación museográfica para que las momias dejen de ser entendidas solamente como bienes arqueológicos, la idea es que tú las puedas ver como cultura viva, así podemos contar algo que nosotros consideramos que es muy importante: la parte humana y los sentimientos, y a la vez, sugerir que a lo mejor si fueron las momias más antiguas del mundo, también puede que haya sido la primera gran muestra de amor de nuestra historia, es así de trascendental.

Además, otro proyecto en el que estamos trabajando en el que por primera vez figuro como director, nace a partir de cuando yo estaba egresando de Periodismo y quería hacer un documental de titulación que iba a tratar sobre cómo los músicos en Valparaíso usaban las redes sociales con fines de autogestión. Escogí algunas personas a las que entrevistar y uno de ellos era Jurel Sónico, el seudónimo de Claudio Manríquez, que es como el Kurt Cobain de Valparaíso, y claro, me gustaba su música, él tenía una banda que se llamaba Lisérgico, y estaba comenzando con un nuevo grupo que se llamaba Adelaida. Lo entrevisté y al tiempo me entraron a robar a la casa donde vivía en Viña, me robaron el computador que tenía el disco duro donde iba respaldando todo. Y perdí el material, me quedé solo con la cinta, no hice nada y el trabajo quedó ahí.

Pasaron 10 años y llegó una pandemia que me mantuvo mucho tiempo encerrado en la casa, y de repente me acordé de las cintas. Tomé las cintas y le escribí a un colega que tenía los recursos para poder digitalizarlas, pasó una semana y me las devolvió en un disco duro, me instalé en mi casa a ver el material e increíblemente no me acordaba de casi nada de lo que estaba ahí grabado. Había varios músicos y estaba Jurel, de Adelaida, y las cosas que él hablaba o las cuñas que se tiraba me hicieron pensar: “esto está demasiado bueno”. Estaba todo ese contenido, y 10 años después, Adelaida había tenido una carrera meteórica, y yo tenía el material de cuando no eran nadie. Entonces dije: “ya, esto me va a dar un documental”. Lo más bacán es que igual cierra ciclos, toda esta melomanía que yo en la carrera intente encauzar al periodismo musical, logró converger.

Llamé por teléfono a Jurel, tuvimos videollamadas con el Lele que es el baterista, la Naty que es la bajista, les conté y les mostré parte del material y fue como “está increíble démosle” y se motivaron. Escribí el proyecto, en pandemia, y el objetivo del documental es un poco reivindicar la crítica musical. Creo que lo que más me gustaría hacer sería indagar en cómo estas personas, cómo Lele, Jurel y Naty, ven la vida, cómo ven el mundo.

Ellos han sido nominados a mejor banda Rock, pero ellos no se sienten una banda de Rock, les carga esa etiqueta, pero para mí tiene sentido cuando hablas del Rock con mayúscula, no con minúscula. No en el sonido, sino que en la cultura. Ese es otro tema que me gustaría indagar: replantear qué significa ser hoy una banda de Rock.

Los interesados en conocer más sobre el trabajo de Glaciar Film, pueden revisar su canal de Youtube.

Por Josefa Mena
Vinculación con el Medio