Carlos Caballero, estudiante del Magíster en Comunicación: “Es una de las decisiones más provechosas que he tomado en el último tiempo”

¿Qué te llevó a elegir el Magíster en Comunicación PUCV?

Luego de egresar de la carrera de Cine, trabajé en diferentes proyectos culturales desde el área de producción y siempre noté que se dejaba de lado el impacto comunicacional de esas iniciativas, que perdían relevancia con el paso del tiempo. En ese momento, noté que comprender el universo de las comunicaciones era fundamental para un buen diseño de difusión o distribución de los productos culturales, que es lo que hace el cine y gran parte de las otras disciplinas artísticas. 

Por otro lado, comencé a dedicarme a las comunicaciones de manera casi intuitiva, por lo que tuve la necesidad de explorar más allá y complementar académicamente mis conocimientos. En ese momento, comencé a buscar diferentes ofertas de magíster en la región hasta llegar al de la PUCV, que me pareció bastante acertado debido a la malla curricular que ofrecía y a los horarios de las clases. 

Además, estás trabajando en el proyecto Inteligencias Artificiales y la enseñanza del ejercicio periodístico: midiendo la apropiación crítica de los futuros Comunicadores, dirigido por Claudio Elórtegui Gómez, director de la Escuela de Periodismo, y donde también participa Camila Buzzo; ambos profesores del Programa. ¿Cómo surge tu inclusión en la iniciativa? 

Mi inclusión en el proyecto nace por la necesidad de comprender mejor el diseño de instrumentos cuantitativos y cualitativos al momento de enfrentar una investigación. Algo que va muy conectado al proyecto de trabajo de graduación que quiero desarrollar en relación a la opinión de los públicos respecto al cine chileno. 

Bajo ese interés le escribí al profesor Claudio y él me comentó que había una posibilidad de formar parte de este proyecto de Inteligencia Artificial (IA). Por supuesto que tuvimos que esperar el proceso de adjudicación, y cuando ya fue una realidad comenzamos a esbozar las primeras ideas. 

¿Cuál es tu rol en el equipo y en qué etapa se encuentran?

El rol que cumplo en el proyecto es como apoyo académico. Principalmente, en la elaboración del marco teórico, la revisión bibliográfica, análisis de resultados, hallazgos y la redacción del artículo de difusión. Actualmente, nos encontramos revisando las aportaciones bibliográficas que se han cuestionado el uso de la IA en el periodismo y estructurando un índice para el marco teórico de nuestra investigación. 

Dentro de las temáticas que ya podemos vislumbrar como aristas fundamentales dentro del artículo está la profundización en el contexto de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs) y la Generación Z, el impacto de la Inteligencia Artificial en la educación superior y la utilización de estas herramientas por los estudiantes de periodismo para diversos fines, puntualizando, por supuesto, en los académicos. 

¿Hay alguna asignatura del plan de estudios que te haya sorprendido, considerando tus estudios previos y experiencia laboral?

Lo que más impacta tras descubrir los estudios en comunicología es que nada está dispuesto porque si, tanto en los medios de comunicación, las empresas o los canales digitales. Creo que ese efecto fantasmagórico de la Comunicación, muy similar al rol del arte o la cultura en la sociedad, tiene un atractivo tremendo al momento de querer plantear cualquier punto de partida en una investigación. 

En cuanto a las asignaturas más significativas en este proceso, creo que me gustaría dividirlas por semestre, ya que son todas muy interesantes. En el primero está Campo periodístico y organizaciones, de la profesora Daniela Lazcano, quien nos ha entregado herramientas necesarias al momento de plantearse una investigación desde el área de las comunicaciones con un enfoque interdisciplinario, y Psicología de la Comunicación, de la profesora María Isabel Reyes, que me ha servido para comprender que los efectos de la Comunicación son síntomas colectivos y que las interpretaciones de esos fenómenos son múltiples. 

En cuanto al segundo semestre, les tengo un cariño especial a la profesora María Soledad Vargas y al profesor Claudio Elórtegui, quienes con sus asignaturas Relato mediático y análisis del discurso y Estructura socioeconómica de los medios, respectivamente, generaron en mí un ímpetu de cuestionarlo todo, aún más en tiempos donde las fake news y los discursos de odio se posicionan con mucha más fuerza, tanto en los medios de comunicación como en las redes sociales. En ese sentido, creo que comprender los fenómenos de la Comunicación es un arma poderosa para enfrentar el mundo contemporáneo. 

Ya cursando el tercer semestre y comenzando tu trabajo de graduación, ¿Qué te ha parecido la experiencia en el Magíster? ¿Lo elegirías nuevamente?

La experiencia en el Programa la definiría como una de las decisiones más provechosas que he tomado en el último tiempo. Principalmente, porque ha expandido mi universo de interés respecto a mis pretensiones profesionales y me ha entregado, asimismo, la posibilidad de conocer personas muy valiosas, en especial a mis compañeros, de quienes he aprendido demasiado y creo que además he podido forjar nuevas amistades. 

Si bien, estudiar y trabajar es un desafío constante en los tiempos actuales, ahora que me enfrento al final de este proceso, puedo admitir que se ha pasado muy rápido y eso igual es gratificante cuando uno pone en la balanza el esfuerzo y la dedicación depositada. 

Más que elegirlo nuevamente, creo que se lo recomendaría a todas las personas que tengan interés en las comunicaciones, independiente del área a la que pertenezcan. He tenido la posibilidad de leer algunos trabajos de graduación y la variedad de perspectivas es tremenda, y estoy seguro que podría ser aún más diversa. Eso es lo bonito de la Comunicación, una ciencia que nos atraviesa a todos en diferentes niveles. 

¿Cómo te proyectas profesionalmente luego del Programa?

Luego del Magíster me encantaría continuar la investigación desde la Comunicación y los estudios culturales, quizás algún doctorado al respecto o algo en el extranjero. Sin embargo, es un desafío que debo planificar muy bien, ya que a medida que voy investigando respecto al área, puedo evidenciar que a nivel estatal o de políticas públicas no existe un interés por conocer los factores que afectan nuestros consumos culturales. 

Este panorama no es muy distinto al que se tiene con la ciencia o la tecnología, y siento que como país estamos al debe con estas disciplinas, que tienen potencialidades tremendas si fuese por plantearse nuevos puntos de investigación o el desarrollo de innovaciones tan necesarias para enfrentar los tiempos actuales. 

Creo que, en ese sentido, perdemos muchas posibilidades de generar cambios importantes, los cuales podrían beneficiar no solo a las áreas anteriormente mencionadas, sino que tener un impacto en esferas económicas, sociales, de salud pública y que podrían aportar a iniciativas tan relevantes para el bienestar de las personas, como son los objetivos de sostenibilidad de la Agenda 2030, por ejemplo. 

Finalmente, otro aspecto fundamental es el apoyo económico para la investigación y la concursabilidad por becas. Un sistema que a mi parecer provoca un efecto negativo a través de la competencia, que individualiza metodologías que debieran ser colaborativas, más aún en contextos donde la educación nos invita a ser interdisciplinarios y transversales. En fin, las posibilidades pueden ser amplias, pero siempre dependen de factores externos.