Magíster en Comunicación
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Tanto por la construcción de narrativas como por la identificación y el estudio de los flujos de interacción de los públicos de interés, la integración de la Comunicación Estratégica con la Comunicación Política impacta en lo cotidiano y en lo democrático.
En un contexto donde las campañas políticas y las relaciones con los distintos públicos demandan una planificación meticulosa y un mensaje coherente, la Comunicación Política y la Comunicación Estratégica son disciplinas que se integran y complementan de manera sustancial, compartiendo el objetivo de impactar en audiencias clave y construir narrativas que favorezcan los intereses de un actor, ya sea político, institucional o comercial.
Para Claudio Elórtegui, Director de la Escuela de Periodismo PUCV y también profesor del Magíster en Comunicación, “lo que entendemos por Comunicación Estratégica presenta fundamentalmente, en sí misma, un sentido político que le acerca a las formas, expresividades y respuestas que a su vez también plantea la Comunicación Política. Michael Ritter explica, por ejemplo, que aquella comunicación de características corporativas y no comerciales también posee un sentido de lo político, porque siempre va a buscar generar niveles de consenso, apoyo o disenso en situaciones de conflicto, según sea el contexto. Por otro lado, hay una vinculación empresarial con lo público que va a gestionarse desde grupos de intereses, que naturalmente van a tener una dimensión de vinculación política”.
La Comunicación Política se centra en la construcción de mensajes que buscan persuadir a los ciudadanos y ganar su apoyo, ya sea para una campaña electoral, una iniciativa de gobierno o una política pública. La Comunicación Estratégica, por su parte, abarca una visión más amplia, buscando diseñar un plan comunicacional integral a largo plazo para alcanzar objetivos específicos. La integración de ambas permite que las campañas políticas y públicas no sólo tengan un impacto inmediato, sino que también se alineen con una visión estratégica que mantenga su relevancia a lo largo del tiempo dentro del sistema democrático.
Un aspecto crucial en el que se complementan es en la segmentación de audiencias. La Comunicación Estratégica proporciona las herramientas para identificar, conocer y segmentar los diferentes públicos a los que se quiere llegar, lo que utiliza la Comunicación Política para poder diseñar mensajes que resuenen específicamente con sus stakeholders. La capacidad de ajustar los mensajes según las características demográficas, intereses o comportamientos de los ciudadanos es un factor que fortalece las campañas y aumenta su efectividad.
Además, ambas disciplinas convergen en la gestión de la imagen y reputación. Mientras que la Comunicación Política se centra en trabajar la percepción pública de un candidato o líder, la Comunicación Estratégica ofrece herramientas para gestionar la reputación a largo plazo y mitigar riesgos ante posibles crisis. La reputación no se construye únicamente en tiempos de campaña, sino que es un activo que debe ser gestionado de manera constante. Aquí, la Comunicación Estratégica actúa como un marco integral para que los actores políticos mantengan coherencia y credibilidad en su comunicación.
La narrativa y la construcción de relatos también son elementos que unen ambas disciplinas. La Comunicación Política se basa en contar una historia coherente que conecte emocionalmente con los ciudadanos, en tanto, la Comunicación Estratégica ofrece un marco estructurado para construir narrativas sólidas que refuercen los valores, promesas y visión de un candidato, con lo relevante para el sistema democrático que esto implica.
“La Comunicación Política tiene una importancia en el día a día, porque finalmente es la que nos permite entender, explorar, identificar o también describir ciertos flujos de interacciones que son muy importantes y fundamentales para lo que es el devenir de una democracia. Cuando uno asume este intrincado tejido de vinculación de lo democrático, donde está la ciudadanía, los medios de comunicación -con la responsabilidad social que les compete- y las estructuras de poder, podemos seguir soñando, apostando y mejorando los anhelos democráticos. Por lo tanto, tiene un valor en sí misma, en lo cotidiano, porque a su vez se va asociando a las expresiones culturales, tecnológicas y también más comunitarias de nuestros territorios”, finalizó el profesor Elórtegui.
Así, la integración de la Comunicación Política con la Comunicación Estratégica permite que las campañas, los mensajes y las relaciones con los públicos sean más coherentes, adaptables y eficaces. La Comunicación Estratégica ofrece una visión a largo plazo que ayuda a los actores políticos a consolidar su imagen y a gestionar tanto las oportunidades como las crisis de manera eficiente. Al complementarse, ambas disciplinas aseguran una comunicación más efectiva, tanto en tiempos de campaña como en la vida política cotidiana. Mientras lo político cobra un rol estratégico, lo estratégico es político.
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