Investigación

Pedro Santander: “Uno de los objetivos de las fake news es el periodista”

16 de Noviembre 2022

El académico, además de recordar los inicios del equipo interdisciplinario DEEP PUCV, también hace un repaso de la contingencia política actual y los futuros desafíos para hacer frente a las fake news.

Con las crisis más graves de desinformación y fake news que se han observado en períodos de elecciones presidenciales y otros procesos políticos en nuestro país como en Latinoamérica, ha surgido la necesidad de crear medidas para contrarrestar sus efectos sobre la población.

Sin embargo, en el caso chileno, no son muchas las iniciativas que existen para combatir o, en su defecto, analizar cómo se dan los procesos discursivos que permiten la proliferación de estos fenómenos. Por lo mismo surge DEEP (Demoscopía Electrónica del Espacio Público), iniciativa encabezada por el académico Pedro Santander, con quien sostuvimos una conversación sobre los inicios del equipo como también del rol de las redes sociales en la comunicación política.

¿Cómo empezó el trabajo de DEEP PUCV?

Todo esto ocurrió porque el 2015 fui a un congreso de la FELAFACS (Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social) en Medellín, Colombia. Ahí fui como expositor, pero también estuve de oyente de otras muchas conferencias. Fue en ese momento en el que me di cuenta de la importancia de lo tecnológico en las comunicaciones. A pesar de no tener mucho conocimiento sobre el tema, volví del congreso con la idea de hacer algún trabajo interdisciplinario con gente de informática. Tras hablar con la dirección de ese entonces de la Escuela de Periodismo y de la Facultad de Informática, quedamos en trabajar de forma conjunta, sin saber muy bien qué.

Después, invité al profesor Claudio Elórtegui y a un lingüista, Cristian González y otros tres ingenieros informáticos. Como venían las elecciones presidenciales del 2017, y a todos nos interesaba la política, dijimos “bueno, observemos las redes sociales y las tendencias políticas”.

¿Cómo era el escenario político de esa época? ¿Qué tanto ha cambiado hasta ahora?

No ha pasado tanto tiempo, son apenas cinco años. Sin embargo, han pasado muchísimas cosas en nuestro país. En ese entonces, primero observamos las redes sociales durante las campañas electorales, porque ese era nuestro objeto de estudio. Y si bien el uso de las redes sociales era importante, todavía no adquirían el peso que tienen ahora. En ese momento, los partidos políticos tradicionales de Chile (tanto de derecha como del bloque de la Nueva Mayoría) todavía tenían un rol importante y se vivía la etapa final de la transición post-dictadura.

¿Cuál cree que ha sido el rol que han tomado las redes sociales durante los procesos políticos?

Es evidente que la comunicación política y la información en general se han abocado cada vez más al tema de las redes sociales. Hoy son las grandes fuentes de información de los chilenos y las chilenas, mucho más que hace siete años atrás. Es un cambio que llegó para quedarse y al que se han adaptado los partidos políticos y los grupos de interés. Hoy los encuentras a todos comunicando algo a través de las redes sociales.

Eso implica que nuestro rol como comunicadores adquiere una nueva dimensión, porque los periodistas tenemos que entender los fenómenos digitales y saber navegar en esas aguas.

¿Qué se viene después de lo ocurrido en las urnas del plebiscito de salida el pasado 4 de septiembre?

Es urgente que los legisladores tomen conciencia de la importancia de enfrentar el tema de la desinformación en las redes sociales. Por ejemplo, en el caso de Brasil, la cantidad de mentiras que esparcía el comando de Bolsonaro era tan grande, que el Tribunal Supremo tuvo que intervenir al punto en que incluso pudo solicitar que los emisores retiraran las noticias falsas publicadas en un plazo máximo de dos horas. Entonces eso está muy bien. Las fakes news deben tener un costo, porque si no lo tienen, vamos a seguir en el reino de las mentiras.

¿Cree que ocurrirán nuevos episodios de discurso de odio y desinformación en este nuevo proceso constituyente?

No me cabe duda de que vuelva a ocurrir si es que las instancias llamadas a regular este problema no toman cartas en el asunto. Si no, cada vez va a ser peor. Porque con un pueblo con tan mala oferta educacional pública, como es el caso nuestro, desinformado, despolitizado al que se le bombardea con noticias falsas, va a ser cada vez más difícil distinguir lo que es cierto de lo que es falso.

¿Qué aprendizajes considera usted que nos dejan las campañas de los últimos tres años?

En primer lugar, creo que los periodistas debemos aumentar significativamente nuestros niveles de alerta y vigilancia. Porque como vimos en la última campaña del plebiscito de salida en Chile, uno de los objetivos de las fake news es el periodista. Si el periodista cae en la noticia falsa y no se da cuenta, la va a replicar y hará que esta adquiera mucho poder de verosimilitud. En segundo lugar, es importantísimo que esto se regule. Hay que seguir el ejemplo de otros países que castigan al comando o al candidato que difunde algo falso, a sabiendas de que es falso, con menos minutos en el debate. Es decir, hay maneras de poder regular esto.

 

Por Camila Calderón
Vinculación con el Medio
Periodismo PUCV